Seguramente alguna vez has escuchado hablar de las verrugas plantares o incluso has tenido una en el pie. Al principio parecen una simple dureza o callo, pero con el paso de los días comienzan a doler, se hacen incómodas al caminar y terminan convirtiéndose en una verdadera molestia. Lo curioso es que mucha gente no sabe que detrás de esas pequeñas lesiones está el mismo virus que causa otras verrugas en diferentes partes del cuerpo: el Virus del Papiloma Humano, más conocido como VPH.
Lo primero que hay que entender es que no se trata de un problema raro ni exclusivo de unas pocas personas. De hecho, es muy común. Cualquiera puede contagiarse, sobre todo quienes caminan descalzos en lugares húmedos como piscinas, gimnasios o baños públicos. Y aunque no representan un peligro grave para la salud en la mayoría de los casos, sí pueden afectar mucho la calidad de vida por el dolor y la incomodidad que producen.
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¿Qué son realmente las verrugas plantares?
Las verrugas plantares son crecimientos de la piel que aparecen en la planta del pie, generalmente en las zonas donde se ejerce mayor presión: el talón o la parte delantera. A diferencia de otras verrugas que sobresalen, estas suelen crecer hacia adentro debido al peso del cuerpo, lo que hace que se vean planas o hundidas, rodeadas a veces de un anillo de piel endurecida.
Una de sus características más notorias es la presencia de pequeños puntitos negros en su interior. Mucha gente piensa que son “raíces”, pero en realidad son vasos sanguíneos diminutos que se coagulan dentro de la verruga.
Aunque suelen ser pequeñas, algunas crecen y forman racimos llamados “mosaicos plantares”. Estos son aún más dolorosos y difíciles de tratar.
¿Cómo se contagian?
El culpable, como dijimos antes, es el VPH, un virus que se transmite por contacto directo. Puede entrar en el cuerpo a través de pequeñas heridas, cortes o incluso por la piel reseca. Los lugares húmedos son su ambiente favorito, por eso es tan común que la gente se infecte en duchas públicas, piscinas o gimnasios al caminar descalza.
No todos los que entran en contacto con el virus desarrollan verrugas. Todo depende de la resistencia del sistema inmunológico. Algunas personas las adquieren fácilmente y otras pueden estar expuestas sin llegar a tenerlas nunca.
Lo que sí está claro es que una vez instalada, la verruga puede multiplicarse si no se trata. Y en algunos casos, aunque desaparezcan por sí solas, tardan meses o incluso años en hacerlo.
Síntomas más comunes
Las verrugas plantares no siempre duelen al inicio. Pueden pasar desapercibidas y confundirse con callosidades. Sin embargo, con el tiempo suelen provocar:
Dolor al caminar o al estar de pie.
Sensación de tener una piedra pequeña incrustada en el pie.
Engrosamiento de la piel alrededor de la lesión.
Presencia de puntitos negros en el centro.
Enrojecimiento o sensibilidad en la zona afectada.
El dolor suele empeorar cuando la verruga está en zonas de apoyo, como el talón o la base de los dedos.
¿Cómo se diagnostican?
La mayoría de las veces basta con la observación. Un médico puede reconocer una verruga plantar al examinar la piel. En casos dudosos, se pueden hacer pequeños raspados para confirmar la presencia de los puntos negros (vasos sanguíneos coagulados).
En muy pocas ocasiones es necesario realizar biopsias, salvo cuando hay sospecha de otro tipo de lesión en la piel.
Tratamientos disponibles
Aunque existen casos en que desaparecen solas, la mayoría de las personas busca tratamiento por el dolor y la incomodidad. Existen varias opciones:
1. Tratamientos caseros
Ácido salicílico: es el más popular y está disponible en farmacias en forma de parches, líquidos o geles. Se aplica directamente sobre la verruga para ir destruyendo las capas de piel infectada poco a poco.
Lima o piedra pómez: después de remojar el pie en agua caliente, se puede lijar suavemente la zona para reducir el grosor antes de aplicar el tratamiento.
Remedios naturales: hay quienes utilizan ajo, cáscara de plátano, vinagre de manzana o incluso cinta adhesiva como métodos caseros. Aunque los resultados varían, muchas personas aseguran haber obtenido alivio con estas técnicas.
2. Tratamientos médicos
Crioterapia: consiste en aplicar nitrógeno líquido sobre la verruga para congelarla y destruir el tejido infectado. Puede requerir varias sesiones.
Láser: utiliza calor para quemar los vasos sanguíneos que alimentan la verruga.
Cirugía menor: en algunos casos se recurre a extraer la verruga con bisturí o electrocauterio, aunque existe riesgo de cicatrices.
Medicamentos inmunológicos: se aplican en casos rebeldes para estimular al sistema inmune a combatir el virus.
Consejos para prevenirlas
Prevenir siempre será mejor que curar. Algunas recomendaciones sencillas pueden reducir mucho el riesgo de contagio:
No caminar descalzo en duchas, gimnasios, piscinas o vestuarios.
Usar sandalias o chanclas en lugares públicos húmedos.
Mantener los pies limpios y secos.
Evitar compartir toallas, medias o zapatos.
Revisar los pies con frecuencia, especialmente si se practica deporte o se tiene sudoración excesiva.
¿Qué pasa si no se tratan?
Aunque no ponen en peligro la vida, las verrugas plantares pueden extenderse, multiplicarse y volverse muy dolorosas. En algunos casos, las personas cambian su forma de caminar para evitar el dolor, lo que termina generando problemas en rodillas, caderas o espalda.
Además, al no tratarlas, aumenta la posibilidad de contagiar a otros miembros de la familia o de reinfectarse en otras partes del pie.
Niños, adultos y deportistas: los más afectados
Las verrugas plantares son especialmente frecuentes en niños y adolescentes, quizás porque suelen andar descalzos y pasan mucho tiempo en piscinas y canchas deportivas. También afectan a los adultos jóvenes que hacen ejercicio con regularidad en gimnasios o que tienen actividades donde se usan duchas públicas.
Los deportistas, por ejemplo, son un grupo muy vulnerable. El sudor, el uso constante de zapatillas cerradas y la fricción crean un ambiente perfecto para que el virus prospere.
El aspecto psicológico
Aunque pueda sonar exagerado, las verrugas plantares también tienen un impacto psicológico. Muchas personas sienten vergüenza de mostrar sus pies, evitan ir a la playa, usar sandalias o practicar deportes descalzos.
Esto puede generar inseguridad y, en casos extremos, afectar la autoestima. Por eso, tratarlas no solo es importante por la salud física, sino también por el bienestar emocional.
¿Cuándo acudir al médico?
Hay que buscar atención médica si:
La verruga duele demasiado y dificulta caminar.
Se multiplica rápidamente.
No responde a tratamientos caseros en varias semanas.
Aparecen verrugas en otras partes del cuerpo.
La persona tiene un sistema inmunológico debilitado (como pacientes diabéticos o con defensas bajas).
Reflexión final
Las verrugas plantares son un problema más común de lo que pensamos y, aunque no representan un riesgo grave en la mayoría de los casos, sí pueden convertirse en una molestia seria si no se tratan a tiempo. La buena noticia es que existen múltiples opciones para combatirlas, desde remedios caseros hasta procedimientos médicos efectivos.
Lo más importante es no ignorarlas, mantener buenos hábitos de higiene y tomar precauciones en lugares donde el virus suele estar presente. Si ya tienes una, la paciencia y la constancia serán claves para eliminarla. Y si todavía no te ha tocado lidiar con ellas, recuerda que andar con sandalias en duchas públicas y cuidar la salud de tus pies puede ahorrarte muchos dolores de cabeza en el futuro.