Para muchas personas, la intimidad física no solo es una fuente de placer, sino también una parte importante de su bienestar emocional y físico. No se trata solo del acto en sí, sino de todo lo que implica: conexión, hormonas, relajación. Pero, ¿qué sucede cuando dejamos de tener relaciones por un tiempo?
Lo que puede cambiar físicamente
Uno de los primeros cambios es que el deseo sexual puede disminuir. Esto se debe a que la frecuencia con la que tenemos relaciones influye en las hormonas sexuales, como la testosterona o los estrógenos, que son clave para mantener el interés y la respuesta del cuerpo.
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Además, al dejar de tener intimidad, se reducen los niveles de hormonas como la oxitocina y la dopamina, que están muy ligadas a la sensación de bienestar. Esto puede hacer que algunas personas se sientan más tensas, irritables o incluso bajoneadas. También hay menos estimulación en la zona pélvica, lo cual, con el tiempo, puede afectar el tono muscular en esa área, especialmente en quienes ya tienen problemas de suelo pélvico.
¿Y en el sistema inmune o el corazón?
Tener sexo regularmente puede ayudar a reforzar las defensas del cuerpo. Al dejar de hacerlo, esa pequeña ayuda extra desaparece, aunque no es que el sistema inmune se venga abajo. Por otro lado, como el sexo implica cierto esfuerzo físico, dejarlo también puede reducir un poco tu nivel de actividad general, lo que podría afectar tu peso o resistencia si no haces otro tipo de ejercicio.
En lo emocional también hay impacto
No tener relaciones durante un buen tiempo puede hacer que algunas personas se sientan inseguras, distantes o menos conectadas con su pareja. Para otras, puede generar frustración o simplemente un bajón anímico. El sexo, al liberar tensiones, también ayuda a sobrellevar el estrés, por lo que su ausencia puede sentirse en ese sentido.
Ahora bien, esto no significa que todo sea negativo. Hay quienes, al tomarse un descanso, sienten más claridad mental, se enfocan en otras áreas de su vida o fortalecen su autoestima. La clave está en si fue una elección consciente o una situación no deseada.
En resumen
Dejar de tener relaciones íntimas puede provocar cambios, sí, tanto en el cuerpo como en la mente. Pero el impacto depende mucho de la situación de cada quien. Lo importante es cuidar el equilibrio emocional, físico y mental, independientemente de si se tiene o no una vida sexual activa.