Comparar seguros de viaje para viajes de larga duración

Te vas. Quizás por seis meses. Tal vez un año. Quizás no sabes exactamente por cuánto tiempo. Lo que sí sabes es que tienes que moverte, cambiar, comenzar una nueva etapa. Puede que sea para estudiar, una oportunidad de trabajo remoto, una pausa vital, hacer voluntariado, o un viaje alrededor del mundo sin billete de regreso. Todo suena emocionante. Y lo es. Pero hay una parte del viaje que casi siempre se deja para el final: el seguro.

Muchos preparan el pasaporte, los vuelos, las vacunas, el idioma, incluso el visado. Pero el seguro se mira de reojo, como una tarea aburrida que se resuelve con una búsqueda rápida en Google. Ahí es donde comienza el error.

Un seguro de viaje para una escapada de una semana no es lo mismo que uno para un viaje prolongado. Ni en forma, ni en sustancia, ni en lógica. Comparar cuidadosamente las opciones de seguro cuando se pasa meses fuera no es solo una elección financiera. Es una decisión emocional, médica y, a veces, existencial.

Porque cuando estás lejos, solo, y algo ocurre, no hay familia. No hay médico de confianza. No hay hospital familiar. Solo estás tú, tu cuerpo, tu sistema de apoyo… y un documento llamado póliza.

¿Qué es un viaje largo y por qué cambia todo?

En ocasiones, el viaje largo no comienza como tal. Piensas que te vas a quedar tres meses. Después encuentras una oportunidad y te enamoras del lugar. Te invitan a quedarte más, y sin darte cuenta, pasaron ocho meses. Y tu seguro venció al cuarto. Empiezan las dudas: ¿puedo renovar desde aquí? ¿me cubre si ya pasaron los primeros 90 días? ¿qué hago si me enfermo ahora?

Para las compañías aseguradoras, un viaje de larga duración es aquel que excede los 90 días fuera del país de origen. Algunos lo extienden a 180 días. Otros te obligan a retornar al país de origen para renovar. En la práctica, cualquier estadía prolongada requiere un tipo de cobertura que no se detenga a mitad del camino y que se complete, se adapte, avance y se simplifique sin burocracia.

A medida que los eventos geopolíticos, económicos o sociales ocurren, acompañados de una pandemia que estamos sufriendo, el mundo cambia, se mueve más. En este caso, se queda más tiempo. Se vuelve nómada, híbrida, digital. En este caso, los seguros son los últimos que están empezando —bueno, solamente empezando— a entender eso.

El error más común: pensar como turista corto

Alista un viaje largo, ahorrando en un asiento, una mochila, y hasta en un seguro. El seguro económico de cinco días está destinado a cubrirte de gastos menores durante una estancia de tres semanas. He visto personas que creen que con el seguro de viaje de un mes bastará.

Esto me recuerda a una amiga alemana que conocí en una casa de huéspedes en Asia. Ella se tenía que hacer una operación y su póliza se vencía tres días antes. Dio incrédula de la cantidad de llamadas que realizó por no ser atendida con su póliza. La cantidad era exorbitante. Su viaje terminó antes que su recuperación.

Empacar es fácil, pero pensar como turista de paso en un viaje alrededor del mundo no es la mejor decisión al momento de cuidar tu bienestar.

Qué mirar al comparar seguros de viaje para largas estadías

Muchos se pierden en este punto, porque una búsqueda sencilla como “seguro de viaje largo” ofrece decenas de resultados. Algunos muy económicos y otros excesivamente técnicos. Algunos ofrecen cobertura mundial, pero no especifican el monto. Otros lucen perfectos, pero en la letra pequeña excluyen lo más relevante que podrías necesitar.

Por lo tanto, es necesario comparar la lógica y razonamiento antes que los precios. Un viaje de seguro para estancias largas requiere de respuestas específicas. ¿Te asegura seis meses de cobertura sin necesidad de regresar a casa? ¿Puedes hacer la renovación desde el extranjero? ¿Puedes cambiar de país y seguir cubierto? ¿Incluye enfermedades preexistentes? Si te diagnostican algo crónico a mitad del viaje, ¿qué pasa?

Un viajero experimentado sabe que el comparar no solo es revisar listas. Es visualizar situaciones. Es preguntarse como se sentiría enfermo, alejado, sin hablar bien el idioma, y que tipo de compañía le gustaría tener donde el enfermo es uno y el sanador es otro. Una que te obligue a mandar mails sin respuesta… o una que a las tres de la mañana conteste en su idioma cúentame más.

Algunas opciones reales: no todo sirve para todos

Conozco historias de todo tipo. Nómada digitales que juran por SafetyWing. Estudiantes satisfechos con la atención prestada por World Nomads. Jubilados que se sienten seguros con Cigna Global. Cada una de esas opciones tiene su punto fuerte, pero también sus limites.

World Nomads es popular entre personas que practican deportes al aire libre, aunque puede ser costoso para estadías largas. Por su parte, SafetyWing es popular porque se renueva mensualmente, aunque su cobertura no es la más completa. IMG ofrece planes anuales con amplia cobertura hospitalaria, aunque sus formularios son confusos. Por su parte, Cigna es una compañía sólida, aunque su cobertura no está orientada a viajeros que manejan un bajo presupuesto.

Entonces, ¿cuál es el mejor seguro? Este se adapta a tus necesidades. Que se alinee con el tipo de viaje que planeas realizar, tus temores, tus finanzas, e incluso, tu salud.

La mejor opción para cada uno de nosotros es una sola: la que se adapta a nuestra cotidianeidad. Es importante entender que, al comparar opciones, no es necesario buscar aquel que “todos recomiendan”.

No todos los viajeros son iguales

Es un error generalizar en torno a un segmento de viajeros. Un estudiante no es capaz de optar por el mismo seguro que un trabajador remoto. Los riesgos que enfrenta un joven que recorre Asia en una motocicleta son diferentes a los de un viajero jubilado. Y un nómada en Portugal no vive lo mismo que un voluntario en África.

Por tal motivo, antes de revisar las pólizas de seguros, es mejor primero realizar una introspección. Pregúntese quién es durante esta travesía. Qué planea realizar. Qué lo aterra. Qué parte de su salud requiere cuidarse. Si hace falta una red de clínicas privadas, o si la asistencia telefónica es suficiente. Si es deportista. Si tiene una enfermedad. Si necesita cobertura en su país de tránsito.

El seguro ideal no es aquel que tiene mayor publicidad. Es el que se diseñó para un individuo idéntico a usted.

Leer la póliza sin miedo: una guía emocional

No hay necesidad de ser jurista especializado en seguros para comprender un contrato de esta índole. Lo que se necesita es estar relajado y hacerse las preguntas adecuadas. Algunos ejemplos serían: ¿Qué es un deducible?, ¿Qué pasa si necesito psicoterapia?, ¿COVID-19 está cubierto? ¿Cuántos días de viaje al extranjero tengo cobertura? ¿Es utilizable en más de una región? ¿Es necesario adelantar el gasto para luego solicitar un reembolso? ¿Cuál es la política de cancelación?

Cada frase en un documento de este tipo tiene un significado que se debe respetar. Una póliza mal entendida puede perder su cobertura cuando más se necesita. Es sabido casos de personas que desconocían que su plan carecía de hospitalización. O que creían tener una póliza vigente, pero en realidad esta había expirado tres días previos al siniestro.

Si hay algo que no comprendas, pregunta. Si la compañía no contesta, aléjate. Con un seguro óptimo, no bastan solo la firma y el pago. Hay que comprenderlo en su totalidad.

Ya compré un seguro, pero dudo: ¿qué hago?

Diversos lectores llegan a esta parte con un nudo en el pecho: “Yo tengo uno… pero no sé si está acorde a mis necesidades”. No te preocupes. Eso es corriente. Lo que importa es que hoy empieces con el chequeo de tu póliza. Que la leas a detalle. Que confirmes si tiene lo mínimo esencial para tu viaje largo. Y si hay algo que no te convence, no todo está perdido.

Algunas aseguradoras permiten la cancelación de pólizas antes de que el viaje inicie. Otras permiten cambios de planes. Y si ya iniciaste el viaje, hay opciones de seguros que comienzan a cubrir a partir de la fecha que el contrato original finalice. Incluso hay la opción de adquirir un seguro adicional que complemente la cobertura que el primer seguro no incluía.

El viaje puede no ser perfecto. Solo tiene que ser consciente.

Comparar bien es un acto de amor propio

Cuando te encuentras alejado, cada elección cuenta. No hay mamá para llevarte al doctor. No hay un conocido que te sugiera alguna clínica. No hay posibilidad de pago mediante promesas. Solo cuentas con tu cuerpo, tu juicio, y las elecciones que tomaste antes de partir.

Elegir tus seguros de salud es un acto de responsabilidad, por supuesto. Pero también es un acto de amor. Amor por tu bienestar, por tu tranquilidad, por tu derecho a estar bien, incluso cuando todo cambia.

Hacer buenas comparaciones no es gastar más dinero. Es mejorar tu calidad de vida. Es continuar con la aventura de viajar, de cambiar de país, de idioma y de cama, con la tranquilidad que no estarás solo si surge algún imprevisto.